(Fragmento)
A los senos de nuestra saqueada tierra
quieren extirpar, dadores de transparente leche…
sangre de tierra, alimentos de ríos…peores que fieras
buscan el oro, sin importar que el país se seque.
El metal diabólico, causante de guerras
es para grupitos, mejor que el suero vital del suelo.
No es verdad que el oro vale de agua un gotero…
Amemos con frecuencia las lágrimas del cielo…
No aceptemos la extinción de ríos y riberas
Con tantos millones!...y son ricos en miserias
pues no han entendido esas explotadoras mineras
que los crímenes hechos al cuerpo de la naturaleza
no curan las heridas multiplicando sus riquezas.
Hemos de ponderar la preocupación ecologista de este inquieto dirigente barrial, que perfectamente identificado con los recursos naturales de su ambiente geopolítico, aspira a concienciar a sus congéneres en la delicada misión que el mismo devenir ha puesto en la responsabilidad del hombre, para que éste, en vez de asumir el paradigma, se desvíe en la categoricidad del compromiso moral que le encadena a su destino histórico, agravando con desenfado lo que ha debido resguardar, expandir y emular en la digna trayectoria de vida compartida con todos los seres y hermanos del planeta.
Valga el esfuerzo ambientalista que plantea el poeta Núñez, pero es preciso que se entienda y que llegue al convencimiento de todo ser con aspiraciones de ejemplificación en el digno y noble oficio de escribir, máximamente si ha de dedicarse a la poesía, que para ello debe pensarse en realizar un trabajo que a través de la construcción de su discurso, asuma una potencialidad tan inequívoca que sus ideas y expresiones perduren más allá de la temporalidad de quienes escuchen y que se pueda, interpretando a Lenin: "que la poesía surja y se haga eterna, al levantarse de sus propias cenizas".