Historia Crítica y Antológica de la Poesía de Bonao


Fausto del Rosal (1939)
Es el nombre o seudónimo literario del doctor Fausto Pérez Fernández, bonaero inquieto que sin satisfacer su espíritu con la carrera y ejercicio del Derecho, logra este galardón en la Medicina Alternativa, alcanzando el título de Doctor en Medicina.
Después de cuatro años de estudios de esta disciplina en la UASD, concluye la carrera en la Universidad Eugenio Maria de Hostos.
Sus primeras letras las pasó "volando", ya que adquiriendo conocimientos elementales en la educación privada, al llegar a la escuela pública, en el primer año había sido promovido a cuarto grado, para afianzarse en el quinto, aunque sólo tenía  su segundo año de escolaridad. Su bachillerato en Filosofía y Letras, lo alcanza en la escuela normal "Luisa Erciná Chevalier (1952), hoy Liceo Secundario doctor Elías Rodríguez.
Fue miembro fundador del grupo literario "La Isla" y del Movimiento Poético Universitario en la UASD (Sto.  Dgo. ).
En su pueblo natal fue miembro fundador del grupo literario "Los caminantes";  jefe de redacción y director de la revista internacional "Ananda", de carácter filosófico.
Es estudiante de Parasicología y conocedor de la filosofía oriental.
En los momentos difíciles de este país ha sabido decir  presente. En la Guerra de Abril y frente a la ocupación norteamericana, fue arrestado mientras luchaba en defensa de la soberanía nacional.
Producción literaria: Sus poemas han sido publicados en diferentes periódicos nacionales y extranjeros. De su producción podemos mencionar:
1- "Quejas", libro de poemas románticos y negroides, publicado en 1961.
2- Preparados para publicación: 1966, "Un grito a la miseria"; 1965, "El viento hiere a las alambradas"; 1970, "Camina negro, camina" de alto contenido costumbrista y afro-antillano.
CUIDANDO EL VESTUARIO DE LA MONTAÑA
(Fragmento)

        A los senos de nuestra saqueada tierra
        quieren extirpar, dadores de transparente leche…
        sangre de tierra, alimentos de ríos…peores que                             fieras
        buscan el oro, sin importar que el país se seque.

        El metal diabólico, causante de guerras
        es para grupitos, mejor que el suero vital del suelo.
        No es verdad que el oro vale de agua un gotero…
        Amemos con frecuencia las lágrimas del cielo…
        No aceptemos la extinción de ríos y riberas

        Con tantos millones!...y son ricos en miserias
        pues no han entendido esas explotadoras mineras
        que los crímenes hechos al cuerpo de la naturaleza
        no curan las heridas multiplicando sus riquezas.

Hemos de ponderar la preocupación ecologista de este inquieto dirigente barrial, que perfectamente identificado con los recursos naturales de su ambiente geopolítico, aspira a concienciar a sus congéneres en la delicada misión que el mismo devenir ha puesto en la responsabilidad del hombre, para que éste, en vez de asumir el paradigma, se desvíe en la categoricidad del compromiso moral que le encadena a su destino histórico, agravando con desenfado lo que ha debido resguardar, expandir y emular en la digna trayectoria de vida compartida con todos los seres y hermanos del planeta.

Valga el esfuerzo ambientalista que plantea el poeta Núñez, pero es preciso que se entienda y que llegue al convencimiento de todo ser con aspiraciones de ejemplificación en el digno y noble oficio de  escribir, máximamente si ha de dedicarse a la poesía, que para ello debe pensarse en realizar un trabajo que a través de la construcción de su discurso, asuma una potencialidad tan inequívoca que sus ideas y expresiones perduren más allá de la temporalidad de quienes escuchen y que se pueda, interpretando a Lenin: "que la poesía surja y se haga eterna, al levantarse de sus propias cenizas".

Literatura infantil

Especialistas de seis países analizarán los beneficios de la literatura infantil para la educación en valores y la promoción de la paz, durante el congreso del Piali, que se inaugurará este miércoles a las tres.
Entre los participantes dominicanos se cuentan: Rafael Peralta Romero, Marcio Veloz Maggiolo, Lucía Amelia Cabral y Reynaldo Disla.
El noveno. Congreso de Piali se llevará a cabo en la Biblioteca Infantil República Dominicana.

Muere Miguel Delibes, maestro de la narrativa del siglo XX y sabio del alma castellana


Madrid,  (EFE).- El escritor, periodista y académico de la Lengua Miguel Delibes, fallecido hoy en Valladolid, fue uno de los grandes maestros de la narrativa del siglo XX, a la vez que sabio conocedor del hombre, el lenguaje y el paisaje castellanos.
Delibes se consideraba “un narrador rural apasionado por la naturaleza” que abordó en su obra “Castilla y su drama” y que siempre se mantuvo fiel a sí mismo.
Sus textos literarios son un retrato fiel y crítico de las tierras y hombres de su Castilla natal, además de un alegato en favor de la naturaleza y de la armonía entre el hombre y el medio natural.
Viajero, cazador, pescador y amante de la naturaleza, Miguel Delibes nació el 17 de octubre de 1920 en Valladolid, ciudad castellana situada en el centro de España en la que transcurrió su vida.
Tercero de los ocho hijos del matrimonio formado por Adolfo Delibes, profesor y director de la Escuela de Comercio de Valladolid, y María Setién, burgalesa de origen, estudió en el colegio de La Salle y posteriormente las carreras de Comercio, Derecho y Periodismo (Escuela Oficial de Madrid).
En 1946 obtuvo la cátedra de Derecho Mercantil en la Escuela de Comercio de su ciudad, labor que le llevó durante seis meses de profesor visitante a la Universidad de Maryland (EEUU).
Empezó profesionalmente en la banca y después compaginó durante años docencia, periodismo y literatura.
Entre 1941 y 1963 trabajó en el diario “El Norte de Castilla”, del que fue caricaturista, redactor y director (1958-1963). Debido a la censura, decidió abandonar el rotativo.
En “El Norte de Castilla” empezó a cultivar la concisión y el calado humanista que desprende no sólo la docena de libros publicados en esta etapa periodística, como “El Camino” (1950) y “Las ratas” (1962), sino toda su posterior obra literaria, alrededor de 70 títulos.
De entre sus novelas, relatos breves, ensayos, artículos periodísticos y crónicas viajeras, Miguel Delibes se queda, según declaró en 2007, con el libro “Viejas historias de Castilla la Vieja” (1964), de apenas cincuenta páginas y que considera “el más representativo” de todos “por su prosa, su paisaje, sus personajes, su movimiento y su sentido del humor".
Elegido académico de la Lengua el 1 de febrero de 1973, ingresó en esta institución el 25 de mayo de 1975 para ocupar el sillón “e”, vacante del polígrafo Julio Guillén Tato, con el discurso “El sentido del progreso desde mi obra".
Muchos libros del autor de “Cinco horas con Mario” (1966) y “Los santos inocentes” (1981) han sido adaptados al cine, la televisión o el teatro, como “El camino” (1963), de Ana Mariscal; “La guerra de papá” (1977), de Antonio Mercero; “Los santos inocentes” (1984), de Mario Camus; “Una pareja perfecta” (1997), de Francesc Betriu; o “El disputado voto del señor Cayo” (1986) y “Las ratas” (1998), películas ambas de Antonio Giménez Rico.

Günter Grass y los hilos del dolor

POR FRANCISCO S. CRUZ*
En “pelando la cebolla” la autobiografía de Günter Grass (Premio Nobel de literatura-1999) la dictadura hitleriana del fascismo y el horror de la guerra se confabulan en una suerte de atmósfera siniestra y asfixiante de un caos existencial. En sus paginas todo es dolor, o cuando no, mueca horrible de un mapa ensangrentado (la Europa de las dos Alemania) que se va configurando sobre escombros, cadáveres y campos de exterminios. Es el rostro de la guerra (la segunda Guerra Mundial 1939-1945). Grass, nos lo recrea a fuerza de dolor y ‘hambre’ (de arte).
Cuando el escritor alemán, puso a circular su obra autobiografíca el mundo entero centró  su atención (o sadismo) en su confesión de que había sido miembro de las Juventudes Hitlerianas, a los 17 años. Nadie reparó, en esta otra confesión-tragedia más lacerante y familiar: “durante los pocos años que le quedaron aún, mi madre no empezó siquiera una frase, ni dejó caer una palabra, de la que pudiera deducirse qué ocurrió en la tienda vaciada, abajo en el sótano  o en algún otro lugar del piso, dónde y cuántas veces fue violada por los soldados rusos. Y el hecho de que, para proteger a la hija, se hubiera ofrecido para sustituirla, sólo pude saberlo después de su muerte, en alusiones, por la hermana. Faltaban palabras”. ¡Que dolor!
Por ello toda guerra es una perversión y una catástrofe en donde el hombre se mutila o se niega emocional y racionalmente para hundirse en su estado salvaje y auto-devorarse y luego registrarla (la guerra) como hazaña épica en los libros de historia. En ese exorcismo-holocausto nos hemos debatido históricamente.
Y no es mentira, toda guerra (o dictadura) cuando termina se empecina en borrarlo todo. Nadie quiere fantasmas que les persigan ni que les hagan muecas (ese, probablemente, es el trauma que purga a la hija y a la nieta del sátrapa Trujillo). El mismo Günter Grass, artista y escultor de postguerra sintetiza esa lógica desde otra perspectiva (la de la reconstrucción material histórica-arquitectónica):  “Mas bien, había que eliminar los daños feos y persistentes de la guerra dentro de los parques municipales y, por consiguiente, en el Holfgarten”. O más descriptivo aún:
“Allí, donde figuras de arenisca habían sido decapitadas por la metralla o convertidas en inválidos mancos, aquí había que renovar la cabeza ausente de la diosa Diana, allá una cabeza de Medusa que faltaba, según modelos fotográficos o de yeso. Miembros perdidos y cabecitas de ángel partidos en dos necesitaban ser completados...”.
Pero..., ¿cómo reconstruir las vidas, los sueños y las esperanzas hechas trizas por la guerra? Eso no se recupera ni se cura. Eso sencillamente es el sello de cualquiera guerra o dictadura. Como también, este otro sello: “La delación era entonces corriente. Una indicación anónima bastaba. En aquellos años, alumnos de instituto fervorosamente creyentes habían enviado con harta frecuencia a sus profesores...”. Aquí Hitler, Trujillo y el Fascismo se pusieron de acuerdo. Porque, ¿cuántos no corrieron la misma suerte en nuestro país?

Finalmente, Günter Grass del horror y final de la guerra evoca esta imagen: “De esa época sólo ha quedado una foto. Representa a un joven, subido a una estructura de tubo de acero, que mira al mundo como si lo abarcara con la vista. Para identificarse profesionalmente, el zurdo sostiene como es debido el mazo de madera de los tallistas y en la otra mano el puntero”. Sin duda alguna, esa imagen de Grass es la de un joven artista que ha dejado, con el paso del tiempo, su impronta en la literatura universal. Pero la que la hija del dictador Trujillo (Angelita), nos quiere vender es la de un ángel (como padre y ciudadano) que no aparece ni en la historia ni en la mente mas retorcida. Y no hay forma ni libro que lo pueda negar: Trujillo fue un vulgar y siniestro asesino. Y esa es la única y fiel imagen que aflora cada vez que familiares y secuaces quieren reivindicarlo ante el país y las jóvenes generaciones. Por ello -y para el dictador Trujillo-, ¡El infierno será siempre su hoguera!

Pediatra retirado pretende recetar poesía a los niños

Publicado por Julián Pérez Porto

En el marco de la presentación de un poemario titulado “Anónimo viajero”, su autor, el español Octavio Fernández, aseguró que, por su formación como pediatra y su actividad literaria, le gustaría reemplazar los medicamentos que prescribía cuando ejercía la medicina por recetas de poesía.
Anónimo viajeroAunque no ocultó su deseo de ver al género que le apasiona convertido en fuente de sanación, el escritor que ya tiene tres poemarios en su haber consideró que la poesía no se puede indicar como tratamiento obligatorio, sino que los pacientes “deben tomarla de forma voluntaria”.
Si bien este hombre que comenzó a desarrollar su faceta poética tiempo después de haberse jubilado reconoce que, en la actualidad, cada vez se lee menos poesía porque “muy poca gente renuncia a una novela de éxito para leer poesía”, Fernández no baja los brazos y confía en que esta tendencia se revierta. Según su opinión, ese tipo de textos resultan muy útiles “para vivir, desde el punto de vista humano; para crecer, desde el punto de vista intelectual y para gozar, desde el punto de vista estético”, tal como reproducen desde ADN.es.
Para él, sus creaciones poéticas son como “un viaje interior” que no sólo le permite conocerse a sí mismo, sino que también le brinda la posibilidad de identificar las relaciones que mantiene con el “macrocosmos” que lo rodea. De acuerdo a su parecer, el mundo podría llegar a funcionar sin poesía, pero ya “no sería lo mismo”.
¿Ustedes qué opinan sobre estas curiosas reflexiones de Octavio Fernández? ¿Coinciden con la visión de este autor que decidió expresarse a través de la poesía, un género al que él le adjudica poderes curativos? ¿Creen que sería importante que este género se fomentara desde temprana edad? ¿Cuáles consideran que serían las ventajas de consumir textos poéticos desde la infancia?

Antonio Machado (26 de julio, 1875/22 de febrero, 1939)

Antonio Machado nació el 26 de julio de 1875 en Sevilla. Fue el segundo de cinco hermanos de una familia liberal; el mayor, Manuel, trabajó junto a Antonio en varias obras. Su padre, Antonio Machado Álvarez "Demófilo", amigo de Joaquín Costa y de Francisco Giner de los Ríos, publicó numerosos estudios sobre el folclore andaluz y gallego. Su madre, Ana Ruiz. Su abuelo, Antonio Machado Núñez, era médico y profesor de Ciencias Naturales.
En 1899, Antonio Machado viaja a París, donde vive su hermano el poeta Manuel, con quien en lo sucesivo emprenderá una carrera conjunta de autores dramáticos, y trabaja de traductor para la Editorial Garnier. Allí entrará en contacto con, por ejemplo, Oscar Wilde y Pío Baroja y asiste a las clases del filósofo Henri Bergson, que le impresionan profundamente. Vuelve a España y trabaja de actor mientras alcanza el título de bachiller. En 1902 vuelve a París y conoce a Rubén Darío. De vuelta a Madrid entabla amistad con Juan Ramón Jiménez y publica Soledades (1903). Palacio de las Dueñas, en una de cuyas viviendas nació, en 1875, Antonio Machado.
En 1907 publica Soledades, Galerías y Otros poemas, una versión ampliada de Soledades, y gana las oposiciones al puesto de catedrático de francés. Elige la vacante del instituto de Soria, donde entabla amistad con Vicente García de Diego que era catedrático de latín y griego del mismo instituto. Conoce a Leonor Izquierdo, que trabajaba en casa de Vicente García de Diego, con la que se casará tres años después; teniendo ella 15 y él 34 años.
Leonor cae enferma de tuberculosis y muere en 1912, lo que sume a Machado en una gran depresión y éste solicita su traslado a Baeza (Jaén), donde vivirá con su madre dedicado a la enseñanza y al estudio. Durante siete años, hasta 1919, el poeta enseña Gramática Francesa en el Instituto de Bachillerato instalado en la Antigua Universidad baezana.
En 1912 publica Campos de Castilla, obra en la que el autor se separa de los rasgos modernistas que presentaba su obra Soledades y del intimísimo hacia el que había evolucionado en Soledades, galerías y otros poemas, acercándose a las inquietudes patrióticas de los autores de la Generación del 98; en efecto, ha mantenido una amplia correspondencia epistolar con Miguel de Unamuno y algunas de sus ideas se reflejan en este libro. En Baeza, en 1917, conoce a Federico García Lorca, con el que entabló gran amistad.
En 1919 se traslada a Segovia, donde encontrará un ambiente cultural más acorde con sus gustos y comenzará a participar en las actividades de la reciente Universidad Popular, que tiene como objetivo la extensión de la cultura a los sectores sociales tradicionalmente más apartados de ella. Así, fue profesor de francés en el Instituto de Segovia,[1] donde conoció a Mariano Quintanilla. Continuará hasta 1932.
Con el estallido de la Guerra Civil Española marcha a Valencia. Vivió en la localidad de Rocafort desde noviembre de 1936 hasta marzo de 1938. En 1937 publica La guerra. Entre 1937 y 1939, Machado publica un total de 26 artículos en La Vanguardia (que en aquella época era el órgano de expresión del gobierno de la República y recogía firmas de los más destacados intelectuales y escritores que apoyaron la causa republicana).
A finales de enero de 1939, y ante la inminente ocupación de la ciudad, sale de Barcelona. Tras unos primeros días en Raset (Girona), pasa su última noche en España, la del 26 al 27 de enero, en Viladasens. En la tarde del día 28 llega finalmente a Collioure (Francia), en donde muere el día 22 de febrero en el Hotel Bougnol-Quintana. A los tres días, fallece su madre. En el bolsillo de su abrigo se encuentra un último verso: "Estos días azules y este sol de la infancia".
En febrero de 2010 la especialista en Machado Monique Alonso hizo público que poco antes de morir el poeta la Universidad de Cambridge le había enviado una carta ofreciéndole un puesto en su rectorado. La carta llegó a Coillure al día siguiente de su entierro.[2

Horacio Quiroga



Horacio Silvestre Quiroga Forteza (Salto, Uruguay, 31 de diciembre de 1878 – Buenos Aires, Argentina, 19 de febrero de 1937), cuentista, dramaturgo y poeta uruguayo. Fue el maestro del cuento latinoamericano, de prosa vívida, naturalista y modernista. Sus relatos breves, que a menudo retratan a la naturaleza como enemiga del ser humano bajo rasgos temibles y horrorosos, le valieron ser comparado con el estadounidense Edgar Allan Poe.
La vida de Quiroga, marcada por la tragedia, los accidentes de caza y los suicidios, culminó por decisión propia, cuando bebió un vaso de cianuro en el Hospital de Clínicas de la ciudad de Buenos Aires a los 58 años de edad, tras enterarse que padecía de cáncer gástrico.
El hombre muerto
[Cuento. Texto completo]
Horacio Quiroga
El hombre y su machete acababan de limpiar la quinta calle del bananal. Faltábanles aún dos calles; pero como en éstas abundaban las chircas y malvas silvestres, la tarea que tenían por delante era muy poca cosa. El hombre echó, en consecuencia, una mirada satisfecha a los arbustos rozados y cruzó el alambrado para tenderse un rato en la gramilla. Mas al bajar el alambre de púa y pasar el cuerpo, su pie izquierdo resbaló sobre un trozo de corteza desprendida del poste, al tiempo que el machete se le escapaba de la mano. Mientras caía, el hombre tuvo la impresión sumamente lejana de no ver el machete de plano en el suelo.
Ya estaba tendido en la gramilla, acostado sobre el lado derecho, tal como él quería. La boca, que acababa de abrírsele en toda su extensión, acababa también de cerrarse. Estaba como hubiera deseado estar, las rodillas dobladas y la mano izquierda sobre el pecho. Sólo que tras el antebrazo, e inmediatamente por debajo del cinto, surgían de su camisa el puño y la mitad de la hoja del machete, pero el resto no se veía.
El hombre intentó mover la cabeza en vano. Echó una mirada de reojo a la empuñadura del machete, húmeda aún del sudor de su mano. Apreció mentalmente la extensión y la trayectoria del machete dentro de su vientre, y adquirió fría, matemática e inexorable, la seguridad de que acababa de llegar al término de su existencia. La muerte. En el transcurso de la vida se piensa muchas veces en que un día, tras años, meses, semanas y días preparatorios, llegaremos a nuestro turno al umbral de la muerte. Es la ley fatal, aceptada y prevista; tanto, que solemos dejarnos llevar placenteramente por la imaginación a ese momento, supremo entre todos, en que lanzamos el último suspiro. Pero entre el instante actual y esa postrera expiración, ¡qué de sueños, trastornos, esperanzas y dramas presumimos en nuestra vida! ¡Qué nos reserva aún esta existencia llena de vigor, antes de su eliminación del escenario humano! Es éste el consuelo, el placer y la razón de nuestras divagaciones mortuorias: ¡Tan lejos está la muerte, y tan imprevisto lo que debemos vivir aún! ¿Aún...?
No han pasado dos segundos: el sol está exactamente a la misma altura; las sombras no han avanzado un milímetro. Bruscamente, acaban de resolverse para el hombre tendido las divagaciones a largo plazo: se está muriendo. Muerto. Puede considerarse muerto en su cómoda postura. Pero el hombre abre los ojos y mira. ¿Qué tiempo ha pasado? ¿Qué cataclismo ha sobrevivido en el mundo? ¿Qué trastorno de la naturaleza trasuda el horrible acontecimiento?
Va a morir. Fría, fatal e ineludiblemente, va a morir.
El hombre resiste -¡es tan imprevisto ese horror!- y piensa: es una pesadilla; ¡esto es! ¿Qué ha cambiado? Nada. Y mira: ¿no es acaso ese el bananal? ¿No viene todas las mañanas a limpiarlo? ¿Quién lo conoce como él? Ve perfectamente el bananal, muy raleado, y las anchas hojas desnudas al sol. Allí están, muy cerca, deshilachadas por el viento. Pero ahora no se mueven... Es la calma del mediodía; pero deben ser las doce. Por entre los bananos, allá arriba, el hombre ve desde el duro suelo el techo rojo de su casa. A la izquierda entrevé el monte y la capuera de canelas. No alcanza a ver más, pero sabe muy bien que a sus espaldas está el camino al puerto nuevo; y que en la dirección de su cabeza, allá abajo, yace en el fondo del valle el Paraná dormido como un lago. Todo, todo exactamente como siempre; el sol de fuego, el aire vibrante y solitario, los bananos inmóviles, el alambrado de postes muy gruesos y altos que pronto tendrá que cambiar...
¡Muerto! ¿pero es posible? ¿no es éste uno de los tantos días en que ha salido al amanecer de su casa con el machete en la mano? ¿No está allí mismo con el machete en la mano? ¿No está allí mismo, a cuatro metros de él, su caballo, su malacara, oliendo parsimoniosamente el alambre de púa? ¡Pero sí! Alguien silba. No puede ver, porque está de espaldas al camino; mas siente resonar en el puentecito los pasos del caballo... Es el muchacho que pasa todas las mañanas hacia el puerto nuevo, a las once y media. Y siempre silbando... Desde el poste descascarado que toca casi con las botas, hasta el cerco vivo de monte que separa el bananal del camino, hay quince metros largos. Lo sabe perfectamente bien, porque él mismo, al levantar el alambrado, midió la distancia.
¿Qué pasa, entonces? ¿Es ése o no un natural mediodía de los tantos en Misiones, en su monte, en su potrero, en el bananal ralo? ¡Sin duda! Gramilla corta, conos de hormigas, silencio, sol a plomo... Nada, nada ha cambiado. Sólo él es distinto. Desde hace dos minutos su persona, su personalidad viviente, nada tiene ya que ver ni con el potrero, que formó él mismo a azada, durante cinco meses consecutivos, ni con el bananal, obras de sus solas manos. Ni con su familia. Ha sido arrancado bruscamente, naturalmente, por obra de una cáscara lustrosa y un machete en el vientre. Hace dos minutos: Se muere.
El hombre muy fatigado y tendido en la gramilla sobre el costado derecho, se resiste siempre a admitir un fenómeno de esa trascendencia, ante el aspecto normal y monótono de cuanto mira. Sabe bien la hora: las once y media... El muchacho de todos los días acaba de pasar el puente.
¡Pero no es posible que haya resbalado...! El mango de su machete (pronto deberá cambiarlo por otro; tiene ya poco vuelo) estaba perfectamente oprimido entre su mano izquierda y el alambre de púa. Tras diez años de bosque, él sabe muy bien cómo se maneja un machete de monte. Está solamente muy fatigado del trabajo de esa mañana, y descansa un rato como de costumbre. ¿La prueba...? ¡Pero esa gramilla que entra ahora por la comisura de su boca la plantó él mismo en panes de tierra distantes un metro uno de otro! ¡Ya ése es su bananal; y ése es su malacara, resoplando cauteloso ante las púas del alambre! Lo ve perfectamente; sabe que no se atreve a doblar la esquina del alambrado, porque él está echado casi al pie del poste. Lo distingue muy bien; y ve los hilos oscuros de sudor que arrancan de la cruz y del anca. El sol cae a plomo, y la calma es muy grande, pues ni un fleco de los bananos se mueve. Todos los días, como ése, ha visto las mismas cosas.
...Muy fatigado, pero descansa solo. Deben de haber pasado ya varios minutos... Y a las doce menos cuarto, desde allá arriba, desde el chalet de techo rojo, se desprenderán hacia el bananal su mujer y sus dos hijos, a buscarlo para almorzar. Oye siempre, antes que las demás, la voz de su chico menor que quiere soltarse de la mano de su madre: ¡Piapiá! ¡Piapiá!
¿No es eso...? ¡Claro, oye! Ya es la hora. Oye efectivamente la voz de su hijo... ¡Qué pesadilla...! ¡Pero es uno de los tantos días, trivial como todos, claro está! Luz excesiva, sombras amarillentas, calor silencioso de horno sobre la carne, que hace sudar al malacara inmóvil ante el bananal prohibido.
...Muy cansado, mucho, pero nada más. ¡Cuántas veces, a mediodía como ahora, ha cruzado volviendo a casa ese potrero, que era capuera cuando él llegó, y antes había sido monte virgen! Volvía entonces, muy fatigado también, con su machete pendiente de la mano izquierda, a lentos pasos. Puede aún alejarse con la mente, si quiere; puede si quiere abandonar un instante su cuerpo y ver desde el tejamar por él construido, el trivial paisaje de siempre: el pedregullo volcánico con gramas rígidas; el bananal y su arena roja: el alambrado empequeñecido en la pendiente, que se acoda hacia el camino. Y más lejos aún ver el potrero, obra sola de sus manos. Y al pie de un poste descascarado, echado sobre el costado derecho y las piernas recogidas, exactamente como todos los días, puede verse a él mismo, como un pequeño bulto asoleado sobre la gramilla -descansando, porque está muy cansado.
Pero el caballo rayado de sudor, e inmóvil de cautela ante el esquinado del alambrado, ve también al hombre en el suelo y no se atreve a costear el bananal como desearía. Ante las voces que ya están próximas -¡Piapiá!- vuelve un largo, largo rato las orejas inmóviles al bulto: y tranquilizado al fin, se decide a pasar entre el poste y el hombre tendido que ya ha descansado.


Poema 20 Por: Pablo Neruda

PUEDO escribir los versos más tristes esta noche. 
Escribir, por ejemplo: " La noche está estrellada, 
y tiritan, azules, los astros, a lo lejos". 

El viento de la noche gira en el cielo y canta. 
Puedo escribir los versos más tristes esta noche. 
Yo la quise, y a veces ella también me quiso. 

En las noches como ésta la tuve entre mis brazos. 
La besé tantas veces bajo el cielo infinito. 

Ella me quiso, a veces yo también la quería. 
Cómo no haber amado sus grandes ojos fijos. 

Puedo escribir los versos más tristes esta noche. 
Pensar que no la tengo. Sentir que la he perdido. 

Oír la noche inmensa, más inmensa sin ella. 
Y el verso cae al alma como pasto el rocío. 

Qué importa que mi amor no pudiera guardarla. 
La noche está estrellada y ella no está conmigo. 

Eso es todo. A lo lejos alguien canta. A lo lejos. 
Mi alma no se contenta con haberla perdido. 

Como para acercarla mi mirada la busca. 
Mi corazón la busca, y ella no está conmigo. 

La misma noche que hace blanquear los mismos árboles. 
Nosotros, los de entonces, ya no somos los mismos. 

Ya no la quiero, es cierto, pero cuánto la quise. 
Mi voz buscaba el viento para tocar su oído. 

De otro. Será de otro. Como antes de mis besos. 
Su voz, su cuerpo claro. Sus ojos infinitos. 

Ya no la quiero, es cierto, pero tal vez la quiero. 
Es tan corto el amor, y es tan largo el olvido. 

Porque en noches como ésta la tuve entre mis brazos, 
mi alma no se contenta con haberla perdido. 

Aunque éste sea el último dolor que ella me causa, 
y éstos sean los últimos versos que yo le escribo. 

A propósito del Día de la Amistad

JUAN BOSCH Y PEDRO MIR:
LA AMISTAD EN EL MISMO TRAYECTO DEL CAMINO REAL

Es una relación personal e intelectual que empieza formalmente en 1937, cuando Juan Bosch publica varios poemas de Pedro Mir en la página literaria que dirigía en el Listín Diario. Los versos aparecieron en la edición correspondiente al 19 de diciembre. Desde entonces esa entrañable relación fue creciendo cada vez más, hasta llegar a sobrevivirles. Tanto así que siempre que se organizaban actos culturales, o algún gran aniversario, se planeaba, muchas veces, la participación de ambos.

Ocurrió un día, sin que Pedro Mir se enterara, que un amigo suyo le llevó a Bosch algunos de sus poemas con fines de publicación. El talento poético le impresionó, pero sugirió que debería “dirigir los ojos a su tierra”. Muy pronto recibiría Bosch los primeros textos de corte social de Mir, titulados La carta que no ha de venir, Catorce versos y Abulia. Los publicó con este breve comentario: “Aquí está Pedro Mir, Empieza ahora, y ya se nota la música honda y atormentada en su verso. A mí, con toda sinceridad, me ha sorprendido. He pensado: ¿Será este muchacho el esperado poeta social dominicano?”.

Y así fue. Con los años, habría de convertirse en el Poeta Nacional, además de proyectarse como historiador, novelista, cuentista, ensayista, periodista, pensador…

A los 10 años de aquel bautismo literario de diciembre de 1937, su vida daba un vuelco: el camino del exilio. Nuevos encuentros con Juan Bosch, esta vez en la expedición de Cayo Confites, en Cuba, contra de dictadura de Trujillo. Se oponía a que el poeta Mir participara en la acción militar “porque el poeta de la patria no puede correr el riesgo de morir”.

En su residencia de El Vedado, en La Habana, un día de principios de 1949 llegó al hogar de los Bosch-Quidiello un vibrante Pedro Mir, con una bomba de versos en las manos. Se trataba de Hay un país en el mundo. Don Juan lo leyó de una sentada, y luego llamó a doña Carmen para expresar a viva voz: “Este es el poema de la revolución dominicana”. Inmediatamente hizo la gestión para que la Alcaldía de La Habana colaborara con su publicación. En el colofón del poemario se lee: terminó de imprimirse el 5 de mayo de 1949.

Cuando Alejo Carpentier falleció, el 24 de abril de 1980, ambos asistieron a sus funerales en La Habana. Para llegar a su destino casi le dieron la vuelta al mundo: tuvieron que viajar a París y de ahí a la capital cubana. ¡Cuántos diálogos de titanes tras la ruta! Aquello debió constituir una prueba para esa amistad templada en el acero de la sinceridad. Dicen que las largas travesías son las mayores pruebas para la amistad y la convivencia de pareja.

Con el liderazgo de Bosch, se constituyó en 1980 el Comité Dominicano de Intelectuales, con la participación de artistas y escritores progresistas, con el objeto de luchar por la soberanía de los pueblos y la paz mundial, en los aciagos días de la guerra fría. Entre otras propuestas, el autor del El oro y la paz pidió al comité que se incluyera en el plan de trabajo una campaña con diversos sectores de la sociedad para donarle una casa al Poeta Nacional.

Se veían con frecuencia. Eran habitués de tertulias literarias y culturales, especialmente en las celebradas cada jueves en casa de Natasha Sánchez y los martes en el Hostal Nicolás de Ovando, con la conducción de Verónica Sención.

A ellos los unieron, los hermanaron los ideales, la justicia, la moral, la ética, la poesía, la patria, la belleza, la soberanía, la causa de los desamparados, la lucha, en fin, los grandes valores y principios universales en favor de la transformación, de una humanidad más justa, más solidaria. Los hermanó su amor y la defensa irrenunciable de su pueblo.

Una amistad tejida en la admiración y los ideales compartidos. En una de sus últimas entrevistas, Don Pedro lo evocó: “…aun en medio de su enfermedad se siente el perfume que exhala su alma”. Y Bosch, en agosto de 1983, hizo este señalamiento sobre el libro El huracán Neruda: “Si Neruda pudiera volver a la vida, sólo durante el tiempo indispensable para leer ese poema, reconocería en Pedro Mir lo que es: uno de los más altos poetas de la lengua española; y lo juzgaría por la calidad de su poesía…”.

Y así se reencontraron y anduvieron, ¡y quién sabe si se extienden todavía en inéditas tertulias en los sagrados espacios de lo infinito!, con esa amistad y sus sueños en el mismo trayecto de los caminos reales de la patria y del mundo.


Diómedes Núñez Polanco
Santo Domingo, D.N., 13 de enero de 2010.
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Frases de Bertolt Brecht

Hay hombres que luchan un día y son buenos. Hay otros que luchan un año y son mejores. Hay quienes luchan muchos años, y son muy buenos. Pero hay los que luchan toda la vida, esos son los imprescindibles.


El arte, cuando es bueno, es siempre entretenimiento.

Desgraciado el país que necesita héroes.

Efemérides literarias

El 10 de febrero de 1898 nace el poeta y dramaturgo alemán Bertold Brecht, autor de Elegías de Buckow (1953). Creó obras de teatro donde el espectador es el crítico de las mismas. Entre sus piezas teatrales están: La ópera de cuatro muertos (1928), Madre coraje y sus hijos (1941), La buena persona de Sezuan (1943).

Definición de la piel Por: Ramón Jiménez (Fello)


 Desde la amorfa zona del tacto
surgen los paisajes efímeros del amor
se aposentan como rosas
y saltan de los dedos como espinas

Las rondas de lobos se lanzan sobre la presa
la acorralan en los ladridos terminales de un tiempo muerto
y se posan en los dominios de una búsqueda imposible

Navegar esta geografía de océanos diminutos
es virtud que se expande en la ceguera

Cuando tus hombros
se deslizan al abismo de la espalda
una emoción sin estandarte
navega río abajo
corriente de pasadas lejanías
plasma que revienta en el delirio de la
sangre

Un toque de viento
en los poros encendidos
es la sal de una historia muda
que al momento de nacer salta
toca la epidermis de un beso
 y vierte su silencio de murmullo amurallado
recipiente donde la sed se calma
allí me voy como un mago
a ese lugar donde frenético
me callo.

El 2 de febrero de 1882 nace James Joyce. Novelista y poeta irlandés cuya agudeza psicológica e innovadoras técnicas literarias expresadas en su novela épica Ulises le convierten en uno de los escritores más importantes del siglo XX.

28 de enero: natalicio de José Martí

Publicado por Julián Morillo en 18:44


27ene



Quién es este Martí cuya imagen alardea oronda tantos bustos, textos, sellos postales, portadas de libros, y su sonoro nombre en famosas avenidas y calles, incluso de nuestro pueblo de Bonao? Adentrémonos en la vida de este magnífico hombre, de este semi-dios.

José Julián Martí Pérez nació en La Habana el 28 de enero de 1853. Escritor, orador, diplomático, periodista, poeta, revolucionario, político. . . el Apóstol de la Libertad de Cuba. Figura cumbre de la historia y la literatura cubana que vivió una corta pero intensa vida. Su pensamiento e ideas iluminaron la vida republicana de Cuba desde sus comienzos. Su oratoria y espíritu incansable fue capaz de unir a los cubanos tanto de adentro como de afuera de la Isla en la gesta libertadora que culminó con la Guerra de Independencia comenzada con el grito de Baire, dado por Antonio Maceo el 24 de febrero de 1895.

Presionado por intrigas y comentarios de almas bajas, en los primeros meses de la guerra, se embarcó rumbo a Cuba. En la primera batalla en que participó, montado en un brioso caballo blanco, fue herido mortalmente. Su muerte ocurrió el 19 de mayo de 1895 en Dos Ríos, en la provincia de Oriente. Su obra poética ha sido considerada como precursora del Modernismo. El espíritu y pensamiento martiano más puro lo encontramos en la colección de los Versos sencillos. Para descubrir al Martí político tenemos que acudir a sus discursos dados a las comunidades cubanas radicadas en distintas ciudades de los Estados Unidos, México, las Antillas y América Central. Obras tales como La Edad de Oro, dedicada a los niños de América nos muestran al maestro de una nueva generación, esa generación que en uno de sus más destacados discursos, llamó, los pinos nuevos.
Allá en Dos Ríos, en el inicio de la guerra de independencia, murió como siempre deseó: “de cara al sol”.

La niña de Guatemala
Quiero, a la sombra de un ala,
Contar este cuento en flor:
La niña de Guatemala,
La que se murió de amor.

Eran de lirios los ramos,
Y las orlas de reseda
Y de jazmín: la enterramos
En una caja de seda.

 ...Ella dio al desmemoriado
Una almohadilla de olor:
El volvió, volvió casado:
Ella se murió de amor.

Iban cargándola en andas
Obispos y embajadores:
Detrás iba el pueblo en tandas,
Todo cargado de flores.

 ...Ella, por volverlo a ver,
Salió a verlo al mirador:
El volvió con su mujer:
Ella se murió de amor.

Como de bronce candente
Al beso de despedida
Era su frente ¡la frente
Que más he amado en mi vida!

 ...Se entró de tarde en el río,
La sacó muerta el doctor:
Dicen que murió de frío:
Yo sé que murió de amor.

Allí, en la bóveda helada,
La pusieron en dos bancos:
Besé su mano afilada,
Besé sus zapatos blancos.

 Callado, al oscurecer,
Me llamó el enterrador:
¡Nunca más he vuelto a ver
A la que murió de amor!


Efemérides: George Byron (n. 22 de enero 1788)

Jorge Noel Gordon, poeta inglés nacido en Londres el 22 de enero del año 1788.
Estudió en el colegio Harrow y en la Universidad de Cambridge.
En 1798 heredó de su tío abuelo el titulo de Barón y en 1809 ocupó un escaño en la Cámara de los Lores.
Su primera colección de poemas se publicó en 1807 con el nombre de "Horas de ocio", seguida por "Bardos ingleses y críticos escoceses" en 1809 como réplica a las críticas que recibía. Viajó durante dos años por España, Portugal y Grecia y a su regresó publicó en 1812 los primeros cantos de "Childe Harold", poema que lo llevó a la fama convirtiéndolo en uno de los escritores más versátiles e importantes del romanticismo.
A raíz de su separación matrimonial y de los rumores de la relación incestuosa con su hermanastra, abandonó para siempre a Inglaterra en 1816, estableciendo su residencia en Venecia y Pisa.
"Don Juan", considerada su mejor obra poética, fue publicada en 1823.
En enero de 1824 por su apoyo a los griegos en la lucha contra los turcos, fue nombrado Comandante en Jefe. Falleció tres meses después. ©


Obra poética importante:
"El infiel" 1813
"La novia de Abydos" 1813
"El corsario" 1814
"Lara" 1814
"Melodías hebreas" 1815
"Caín y Sardanápalo" 1821
"Mazzepa" 1822
"La isla" 1822

La partida

¡Todo acabó! La vela temblorosa
se despliega a la brisa del mar,
y yo dejo esta playa cariñosa
en donde queda la mujer hermosa,
¡ay!, la sola mujer que puedo amar.
Si pudiera ser hoy lo que antes era,
y mi frente abatida reclinar
en ese seno que por mí latiera,
quizá no abandonara esta ribera
y a la sola mujer que puedo amar.

Yo no he visto hace tiempo aquellos ojos
que fueron mi contento y mi pesar;
loa amo, a pesar de sus enojos,
pero abandono Albión, tierra de abrojos,
y a la sola mujer que puedo amar.
Y rompiendo las olas de los mares,
a tierra extraña, patria iré a buscar;
mas no hallaré consuelo a mis pesares,
y pensaré desde extranjeros lares
en la sola mujer que puedo amar.

Como una viuda tórtola doliente
mi corazón abandonado está,
porque en medio de la turba indiferente
jamás encuentro la mirada ardiente
de la sola mujer que puedo amar.
Jamás el infeliz halla consuelo
ausente del amor y la amistad,
y yo, proscrito en extranjero suelo,
remedio no hallaré para mi duelo
lejos de la mujer que puedo amar.

Mujeres más hermosas he encontrado,
mas no han hecho mi seno palpitar,
que el corazón ya estaba consagrado
a la fe de otro objeto idolatrado,
a la sola mujer que puedo amar.
Adiós, en fin. Oculto en mi retiro,
en el ausente nadie ha de pensar;
ni un solo recuerdo, ni un suspiro
me dará la mujer por quien deliro,
¡ay!, la sola mujer que puedo amar.

Comparando el pasado y el presente,
el corazón se rompe de pesar,
pero yo sufro con serena frente
y mi pecho palpita eternamente
por la sola mujer que puedo amar.
Su nombre es un secreto de mi vida
que el mundo para siempre ignorará,
y la causa fatal de mi partida
la sabrá sólo la mujer querida,
¡ay!, la sola mujer que puedo amar.

¡Adiós!..Quisiera verla... mas me acuerdo
que todo para siempre va a acabar;
la patria y el amor, todo lo pierdo...
pero llevo el dulcísimo recuerdo
de la sola mujer que puedo amar.
¡Todo acabó! La vela temblorosa
se despliega a la brisa del mar,
y yo dejo esta playa cariñosa
en donde queda la mujer hermosa,
¡ay!, la sola mujer que puedo amar.

Manuel Machado



Nació en Sevilla en agosto de  1874 y murió en Madrid, el 19 de enero de 1947. Poeta español. Hermano mayor del gran poeta Antonio Machado, es una figura representativa del espíritu modernista en la poesía española de su época. Su personalidad a la vez cosmopolita y andaluza se plasma en una lírica en la que el gusto modernista coexiste con los motivos populares.
Se trasladó con su familia a Madrid en 1883 y se formó en la Institución Libre de Enseñanza. Vivió largas temporadas en París, donde entró en contacto con la poesía simbolista francesa. En 1910 contrajo matrimonio con su prima Eulalia Cáceres, mujer profundamente religiosa, y trabajó como archivero y bibliotecario. Durante la Guerra Civil colaboró con el aparato de propaganda nacionalista y fue elegido miembro de la Real Academia Española (1938).
Dio sus primeros pasos literarios en la revista La Caricatura, fundada y dirigida por Enrique Parada, con quien colaboró en los poemarios Tristes y alegres (1894), y Etcétera (1895). Tras conocer a Rubén Darío, a quien consideró su maestro a partir de entonces, la estética modernista penetró profundamente en sus concepciones poéticas, forjadas también en el simbolismo francés finisecular.
La aparición de Alma (1902), Caprichos (1905) y La fiesta nacional (Rojo y negro) (1906) lo consagró como una de las figuras más sobresalientes de la nueva poesía, aunque más adelante buscó una formulación más personal y cercana a su talante andalucista con Alma. Museo. Los cantares (1907) y, sobre todo, a través de El mal poema (1909) y Cante hondo (1912), donde la musicalidad de sus versos se dirigió a la recuperación de la copla popular andaluza.

LA COPLA

Hasta que el pueblo las canta,
las coplas, coplas no son,
y cuando las canta el pueblo,
ya nadie sabe el autor.

Tal es la gloria, Guillén,
de los que escriben cantares:
oír decir a la gente
que no los ha escrito nadie.

Procura tú que tus coplas
vayan al pueblo a parar,
aunque dejen de ser tuyas
para ser de los demás.

Que, al fundir el corazón
en el alma popular,
lo que se pierde de nombre
se gana de eternidad.


CANCION DE DOLOR A MI PUEBLO

Cansadas campanas despiertan tu gente
Que ayer recorrió sendas de alegría
Y hoy se desplaza tan pesadamente
Como una serpiente en plena agonía.

Dignidad y orgullo siempre enarbolaron
Sin pesar ni apuro tus generaciones
Mas el oro blanco y el cieno lograron
Trastocarlo todo por desilusiones.

Indigentes, narcos, tarugos y mulas
Hacen de tus calles su diario vivir
Mientras tú, mi pueblo, casi disimulas
Que es florido y bello tu amargo sufrir.

Las tiernas sonrisas de inocencia plena
De nuestras muchachas y también su piel
Hoy sólo son dardos, agujas rellenas
Que hacen infierno del ancho vergel.

Desde los palacios, diestros magos juegan
Al ilusionista para convertir
La hiel en melaza y también enseñan
La mejor manera de un día morir.

Aunque otrora fuiste remanso apacible
Según dice el diario del padre Las Casas
Vinieron demonios de forma terrible
Y tu hospitalidad se ha tornado escasa.

Mi pueblo querido, pese a las tormentas
Y al trastocamiento de tu idiosincrasia
Sé que soplarán un día nuevos vientos
Y será pretérita esta cruel desgracia.

Prof. Julián Morillo